N°5 Paraíso de hambre


Mi primera aventura al caribe llego en el momento menos pensado en mi vida, las paradisiacas playas de este paraíso aun lo veía lejos en mi historia pero un poco de suerte  y con una oportunidad de mi trabajo de aquel entonces me dio la oportunidad de conocer esta parte del mundo en que la bachata es casi el himno nacional.

Octubre 2014 Punta cana- Santo Domingo

Desde el momento que estaba sobrevolando esta gran  isla  caribeña que es compartidas por las repúblicas independientes de Haití y República Dominicana me sentía extasiado, aun en mi estaba el recuerdo de esta película ochentera que quizás muchos recuerdan “la laguna azul” que se hizo por esas tierras para ser más exactos en Isla Saona, añoraba quedar perdido con Brooke Shields en esta isla desolada rodeada de un mar turquesa, en el cual se apreciaba el tránsito de la fauna marina acompañadas de la arena blanca que más se asemejaba al polvo lunar, eran de ensueño.


Gestione el hotel con un proveedor de mi antiguo trabajo, este hotel era un verdadero edén al frente del mar. Las fiestas eran todas las noches al compás de la bachata y las damajuanas de ron, hermosas mujeres  Dominicanas de piel morena hacían la fiesta a la caída del sol al ritmo de sensuales bailes caribeños, todo el mundo iba a divertirse y alejarse de sus junglas de concreto, de la rutina y sus problemas. En punta cana podías ser quien quieras ser,  ya que todo estaba permitido excepto aburrirte.

Fueron unos días de diversión pero debía hacer algunas inspecciones de algunos tours fuera del hotel, las cuales me costaba porque sentía que había consumido la flor del loto y no me quería ir mas del hotel . En el trayecto al tour con algo de resaca no escuchaba lo que decía al guía en el bus así que solo atinaba a ver el paisaje que en gran parte estaba invadido por grandes plantaciones de caña de azúcar, veía mucha gente cortando la caña, pero afuera del bus la temperatura era alrededor de 42°, muchos con las ropas rotas y sin zapatos trabajando junto con sus niños en ese infernal sol, me inquietaba la cantidad de niños que vi trabajando algunos llegaban a ver el bus que me trasladaba ,alcanzaba a ver sus miradas tristes y perdidas.


Me dio algo de inquietud y curiosidad por estas personas, en mi bus había un muchacho llamado José que era ayudante en el tour para cargar las maletas entre otras cosas y les pregunte por estas personas que vi, preguntas como;  si son empleados de una empresa o son sus cultivos, que si solo trabajan 8h, José solo atino a una risa nerviosa y decirme con su acento caribeño “ay jovencito estos son los Bateyes” fue la primera vez en mi vida que escuche esta palabra y era muy ignorante de lo que acarreaba ser un batey.

José me hablo de esta realidad que hasta ese momento desconocía, todos esos días solo había estado viviendo en  la burbuja de Republica Dominicana, un país aún más pobre que el mío en el que la actividad económica principal es el turismo y la segunda son las remesas (fondos que los emigrantes envían a sus familias). Regresando a los  bateyes, son una población que está atrapada en un círculo de pobreza extrema y desesperación que  trabajan en las grandes plantaciones de caña cortándolas.

Los Bateyes se les llama los habitantes de una especie de campamento para los trabajadores del cañaveral, al parecer esta palabra tiene orígenes indígenas de la isla , los indígenas dominicanos acabaron por extinguirse por los españoles ya que no eran tan fuertes para los arduos trabajos de la  caña  de azúcar por esto se decidió traer a muchos esclavos de etiopia para repoblar esta isla , en gran parte estos bateyes está constituido por dominicanos con ascendencia haitiana los cuales son considerados como apátridas (persona a la que ningún estado considera destinataria de la aplicación de su legislación) en un país donde nacieron pero no son reconocidos por su ascendencia extranjera lo cual les conlleva a no tener ningún beneficio por más mínimo que sea. Ellos trabajan para empresas extranjeras en su mayoría americanas en el  que el estado dominicano tiene acuerdos con estas empresas en reducción de impuestos  y la no regularización de estas formas de trabajo dando resultados miserables sueldos de 2 a 3 dólares las jornadas diarias en muchos casos de 20 horas, las personas a veces hasta se endeudan para poder comer.


En medio del cañaveral encontramos las casas de los  bateyes  que construyeron las empresas Americanas hace 50 años , ahora son como barracas para esclavos, muchas de las camas solo son catre sin colchón entonces se las arreglan poniendo algunos cartones para amortiguar el dolor, las personas en su mayoría cocinan y beben con  el agua de las lluvias o con las aguas de los canales de riego que están contaminadas con los fertilizantes de empresas azucareras, estos lugares están infestados de enfermedades entre ellos la tuberculosis, enfermarse de esto es ya tener su sentencia de muerte ya que no hay ningún hospital al que puedan acceder así solo les queda morir en sus catres.

Realmente me quede algo horrorizado de esta historia de esclavitud en pleno siglo XXI, la migración haitiana a república dominicana va en aumento en busca de una vida mejor o algunos soñando con encontrar riqueza, pero la realidad es que al final su situación empeora a tal punto de no tener los medios para regresar a sus país y en busca del oro encuentran el hambre hasta el final de sus días.


Al final de tour me despedí de José y me confió que su padre fue un haitiano uno trabaja en los bateyes cortando caña, pero no me lo dijo antes porque le dio vergüenza pero por suerte él pudo salir de este mundo trabajando en el turismo, en ese entonces una sonrisa broto de mis labios al encontrar una gota de esperanza.

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